La predisposición genética haría que un hombre de 35 años de estatura promedio fuera 3,9 kilos más pesado que sus compañeros protegidos genéticamente en la década de 1960. Además, habrá ganado 7.1 kilos adicionales simplemente como resultado de vivir en nuestro entorno 'obesogénico'.
Eso es lo que sugiere un nuevo estudio que teoriza sobre las razones que exista una pandemia de obesidad: no solo es que tengamos una dieta más calórica o seamos más sedentarios, sino que los más afectados son quienes son especialmente sensibles a la obesidad a nivel genético y viven en contextos o ambientes que predisponen a la obesidad (por ejemplo, hay más locales de comida rápida).
Obesogénico
El exceso de peso señalado en el ejemplo anterior es causado principalmente por el estilo de vida poco saludable de hoy, pero también por la forma en que sus genes interactúan con el medio ambiente. Las mujeres mostraron la misma tendencia, aunque el aumento con el tiempo fue algo menor.
La medida estándar para la obesidad, el Índice de Masa Corporal (IMC), se calcula sobre la base del peso y la altura. Un IMC de 25 a 30 significa que uno tiene sobrepeso. 30 y más corresponde a obesidad, un factor de riesgo importante para ataques cardíacos, derrames cerebrales, diabetes y algunos tipos de cáncer.
Alrededor del cuatro por ciento de los adultos a mediados de la década de 1970 tenía un IMC de 30 o más. Para 2016, ese porcentaje había aumentado un 13 por ciento (11 para hombres y 15 para mujeres), según la Organización Mundial de la Salud.
Actualmente, hay aproximadamente dos mil millones de personas mayores de 18 años, el 39 por ciento de todos los adultos, con un IMC por encima del umbral de "sobrepeso" de 25, y 700 millones de ellos son clínicamente obesos. La prevalencia del exceso de peso ha aumentado aún más entre los niños, de 4 por ciento en 1975 a más del 18 por ciento en 2016.
Para desentrañar el impacto relativo del ambiente y los genes en la obesidad, un grupo de científicos dirigidos por Maria Brandkvist, en la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología, analizó los datos de casi 120.000 personas en Noruega cuya altura y peso se midieron regularmente entre 1963 y 2008.
Los principales riesgos del entorno obesogénico son: disponibilidad en todo momento de alimentos procesados ricos en azúcares (supermercados, máquinas de vending, gasolineras, aeropuertos,...), trabajos sedentarios y, en general, un estilo de vida con poca actividad física. A todo esto debemos sumar una genética que nos puede predisponer a engordar con más facilidad.
Si bien la correlación entre los perfiles genéticos y el grado de obesidad fue fuerte, el estudio, por su naturaleza, no puede determinar una relación directa de causa y efecto, advierten los autores. Solo los ensayos clínicos pueden resaltar las relaciones causales, pero para muchas áreas de interés, tales experimentos no son posibles con seres humanos, tanto por razones prácticas como éticas.
Ver 1 comentarios