A pesar de que solemos sostener que el mundo va a peor, lo cierto es que innumerables indicativos ofrecen la visión contraria, como es el caso de la mortalidad infantil. Desde 1990, hace solo 25 años, la mortalidad infantil se ha reducido más de la mitad según un informe hecho público por la Organización Mundial de la Salud.
De hecho, las muertes de niños menores de cinco años han disminuido desde las 12,7 millones en 1990 a 5,9 millones en 2015. Con todo, las cifras están lejos de alcanzar el reto marcado por los Objetivos de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas. Cada día mueren 16.000 niños menores de 5 años.
El Informe sobre Niveles y Tendencias de la Mortalidad Infantil 2015, realizado por el Fondo para la Infancia de las Naciones Unidas (UNICEF), la OMS, el Grupo del Banco Mundial, y el departamento de Asuntos Sociales y Económicos de Naciones Unidas (UNDESA), también revela que el 45% de las muertes de menores de cinco años ocurren en el período neonatal (durante los primeros 28 días de vida), y que las principales causas son prematuridad, neumonía, complicaciones durante el parto, diarrea, sepsis y malaria. Además, casi la mitad de estas muertes están asociadas con la desnutrición.
Según Geeta Rao Gupta, directora ejecutiva adjunta de UNICEF:
Tenemos que reconocer un enorme progreso global, especialmente desde 2000, momento en el que muchos países han triplicado la tasa de reducción de la mortalidad de menores de cinco años.
El informe destaca que la posibilidad de supervivencia de un niño es muy diferente según el lugar donde nazca. África subsahariana tiene la mayor tasa de muertes en menores de cinco años en el mundo con una por cada 12 nacimientos (más de 12 veces superior a la media de una muerte por cada 147 nacimientos en los países de altos ingresos).
Vía | Sinc
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