El organismo unicelular Toxoplasma gondii es uno de los parásitos con más éxito en la Tierra (si medimos el éxito como la capacidad de infectar), pues se estima que el Toxoplasma gondii ha infectando al 11 por ciento de los estadounidenses y tal vez la mitad de todas las personas en todo el mundo. En la mayoría de los casos, apenas aparecen síntomas o éstos son leves, por lo cual la población generalmente no es consciente de haber padecido la infección. También ha infectado a otros tantos mamíferos y aves.
Su increíble éxito parece residir en su capacidad de manipular las mentes de sus anfitriones. Hasta el punto de que los anfitriones pueden ponerse en riesgo de muerte. Esto fue descubierto en 1990, pero empezamos a saber cómo funciona exactamente el mecanismo de control.
Olor gatuno
A pesar de que puede habitar en mamíferos y aves, el Toxoplasma gondii solo puede reproducirse en gatos. Así pues, se considera la enfermedad como una zoonosis, lo cual significa que, de modo habitual, se transmite desde los animales a los seres humanos a través de diferentes vías de contagio, siendo los hospedadores definitivos el gato y otras seis especies de felinos.
Los parásitos producen quistes que pasan a las heces del gato; una vez hechas las deposiciones, los quistes infectan a nuevos huéspedes. El Toxoplasma regresa a los gatos a través de sus presas, las ratas. Pero las ratas han evolucionado para evitar a los gatos en el momento que los huelen. Lo que hace en Toxoplasma, entonces, es manipular la respuesta de los roedores al olor felino. Hasta el punto de que la fragancia les parece atraer.
Dentro de cada una de las neuronas del roedor, miles de genes gestionan toda la información necesaria en todo el cuerpo. Un parásito tan simple como el Toxoplasma no parece lo suficiente sofisticado como para manipular un sistema tan complicado, pero un estudio reciente publicado en la revista Molecular Ecology sugiere que el parásito puede hacerlo apoyándose en una estrategia extrañamente elegante. Hay que pensar en los genes en una serie de las teclas de piano. El Toxoplasma simplemente aprieta algunas teclas de forma diferente para producir una nueva melodía.
La melodía de la metilación
Una rata se compone de muchos tipos diferentes de células, de las neuronas en el cerebro a las células productoras de hueso en su esqueleto a las células productoras de insulina en su páncreas. Sin embargo, todas ellas llevan los mismos 20.000 genes. Dependiendo de la función de una célula particular, algunos de sus genes se encienden y otros se apagan. Los genes pueden ser desactivados, o silenciados, a través de la metilación.
Ajai Vyas, un neurobiólogo de la Universidad Tecnológica de Nanyang en Singapur, se preguntó si el Toxoplasma podría causar cambios en ratas mediante el cambio de metilación en su pequeño cerebro. Para ello llevó a cabo un experimento para comprobar si podía hacer que las ratas se comportan como si estuvieran siendo controlados por parásitos, pero sin los parásitos. Y lo logró.
Descubierto este mecanismo de control, diversos expertos se han mostrado entusiasmados. Kami Kim, del Albert Einstein College of Medicine, por ejemplo, cree que la estrategia del Toxoplasma puede no ser infrecuente, y ser el modus operandi de otras enfermedades.
En una revisión publicada esta primavera en el American Journal of Pathology, por ejemplo, Kim y sus colegas sugieren que otros agentes patógenos podrían utilizar la metilación para activar o desactivar los genes del hospedador, como las bacterias que causan la lepra.
Vía | New York Times
Imágenes | Julimux | Patriciagds
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