La memoria es como nuestro Instagram o nuestro Facebook: cuando empieza a fallar, parece que toda nuestra entidad, nuestro pasado, y hasta nuestra relaciones con los demás, empieza a resentirse.
A medida que cumplimos años, sin embargo, empezamos a tener cada vez más dificultades para recordar nombres, fechas y cosas cotidianas. Una vieja técnica de estimulación eléctrica podría ser un aliado para evitar esta degeneración de la memoria.
¿Los mayores duermen menos?
Algunos investigadores señalan que la falta de sueño (tanto en cantidad como en calidad) de las personas mayores puede ser uno de los motivos por los que éstas empiezan a tener menos memoria. Para verificar esta hipótesis, se ha tratado de estimular la memoria con la llamada “estimulación transcraneal por corriente directa” (tDCS).
Esta técnica, en esencia, consiste en aplicar dos electrodos sobre la cabeza del sujeto, que están a su vez conectados a una pequeña batería. La corriente discurre por los electrodos y el campo eléctrico resultante modifica la sensibilidad de las neuronas de la región, de modo que altera la probabilidad de que las neuronas reaccionen a las señales que reciben de otras neuronas.
Una vieja técnica
Esta técnica no es nueva. A principios del siglo XIX ya usaban la estimulación eléctrica para obtener conocimientos fisiológicos, como el caso de Giovanni Aldini, que hizo que las extremidades de un cadáveres se “reanimaran” gracias a la electricidad. De hecho, este experimento probablemente inspiró a Mary Shelley para concebir el monstruo de Frankenstein.
Tal y como explica Richard Wiseman en su libro Escuela nocturna, Aldini también fue animado a continuar con sus experimentos, llegando a:
aplicar electricidad a la cabeza de paciencias de melancolía con la esperanza de levantarles el ánimo. Con los años, la técnica se fue perfeccionando, y hoy constituye una de las herramientas habituales de la neurociencia.
Para demostrar si el tDCS podía estimular el sueño y, por extensión, mejorar la memoria de las personas, en 2004, Jan Born, de la Universidad de Lübeck, en Alemania, hizo recordar palabras a un grupo de voluntarios, que más tarde debían acostarse. Cuando entraba en el sueño profundo, Born aplicaba la tDCS en la zona frontal del cerebro.
Al despertarse, los voluntarios debían recordar las palabras memorizadas. Los que había recibido el estímulo recordaron más que los que no lo habían recibido. Los voluntarios no sabían quiénes había recibido y quienes no.
Es una tecnología que está aún en sus inicios, pero podría desempeñar un papel decisivo para ayudar a la gente a conservar sus recuerdos en la vejez. Además, si la teoría es correcta, también podrían ayudar a los ancianos a mejorar la memoria otros procedimientos de los que se sabe que favorecen el sueño profundo, como hacer ejercicio físico durante el día o acostarse antes de lo habitual.
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