Hay gente que, al viajar, no acostumbra a familiarizarse con la gastronomía local: se mete en cualquier cadena de comida rápida, donde sabe exactamente lo que va a comer. En otras ocasiones, como al viajar a Inglaterra, la comida local también deja mucho que desear: aunque hay restaurantes de alto copete que sirven los que dicen que son los mejores Fish & Chips de Londres, en realidad solo estamos ingiriendo frituras empapadas en aceite.
Sea como fuere, tales caprichos saben bien, incluso resultan adictivos, pero no sólo deben preocuparnos si estamos en plena Operación Bikini: la comida basura, alta en grasas y azúcares, no sólo estropea nuestra figura, sino que también estropea nuestro cerebro, sobre todo en tareas de memorización. Tenedlo en cuenta estos días de banquetes pantagruélicos.
Al menos es lo que sugiere un estudio con ratas de laboratorio de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en el que advirtieron que, incluso a corto plazo, este tipo de comida puede ser perjudicial al inflamar una región específica del cerebro, el hipocampo: tras una semana alimentando a las ratas con una dieta alta en grasa y azúcar, se producían fallos en la memoria de tales ratas.
La profesora Margaret Morris, de la UNSW, no solo advierte de la rapidez en la que se produce este efecto cerebral (incluso antes de que se note en nuestra figura), sino que además parece irreversible:
Todavía es muy temprano para afirmar que existe un vínculo causal entre los dos, pero creemos que probablemente la inflamación es altamente relevante en el declive cognitivo (...) Nuestros datos preliminares también sugieren que el daño no se invierte cuando las ratas se cambian de nuevo a una dieta saludable, que es muy preocupante.
Los seres humanos no somos ratas, y vivir sin comer unos aceitosos fish & chips de en Londres quizá sea un capricho por el que vale la pena pagar el tributo en forma de salud, pero sin duda habrá que continuar atentos a estos estudios para recalibrar un poco nuestra alimentación.
Vía | rpp
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