La escandalosa mentira del tabaco asesino (y II)

La escandalosa mentira del tabaco asesino (y II)
Facebook Twitter Flipboard E-mail

Los estudios sobre los efectos dañinos del consumo de tabaco continuaron adelante. La revelación más turbadora llegó en 1982, cuando C. Everett Koop, un importante cirujano estadounidense, señaló que los fumadores pasivos también corrían peligro de desarrollar cánceres por culpa del humo del tabaco.

Pero los años siguientes, los mensajes de las tabacaleras continuaron siendo de oposición frontal:

Afirmar que el consumo de tabaco engendra ciertos trastornos es un argumento, una mera opinión; no un hecho científico.

Esta perla fue soltada por el Tobacco Institute of Hong Kong… en 1989.

Pero lo más surrealista llega en 1998, cuando la avalancha de evidencias científicas es impepinable. Entonces, en un juicio contra las tabacaleras estadounidenses celebrado en Minesota, el gerente de Philip Morris, Geoffrey Bible, respondió a una de las preguntas de los fiscales de la siguiente manera:

No tengo demasiado claro que alguien pueda morir por culpa del tabaco.

En el mismo juicio, el vicepresidente y portavoz del Tobacco Institute del Reino Unido, Murray Walker, declaró:

No hay ninguna evidencia que demuestre que fumar causa algún tipo de enfermedad.

Os recuerdo que estamos ya en el año 1998. Hacía casi 50 años que se estaban presentando evidencias científicas del daño que causaba el consumo de tabaco.

En el humo del tabaco se han detectado unos cuatro mil elementos. Los carcinógenos más importantes son los hidrocarbonos aromáticos policíclicos, las arilaminas y N-nitrosaminas. Su transformación en agentes más o menos dañinos depende de la persona que los asimila, de ahí que no todos los fumadores sufran los mismos efectos.

El poder que la industria tabacalera posee sobre el gobierno estadounidense es enorme (un poder que ni mucho menos se conoce en la Unión Europea). Las administraciones no se enfrentan a las tabacaleras, con excepción del fiscal general, quien ha llegado a demandarlas por daños y prejuicios. Ni siquiera están obligadas a advertir en las cajetillas que fumar es perjudicial, y siguen emitiendo informes sobre el consumo de tabaco llenos de falsificaciones y medias verdades.

En 1994, la FDA (Food and Drug Administration), el organismo que se encarga de velar por la calidad de los alimentos y los fármacos a escala nacional, trató de regular el contenido de los productos relacionados con el tabaco a escala federal, pero 6 años después, el Tribunal Supremo rechazó la iniciativa.

Vía | Las mentiras de la ciencia de Dan Agin

Comentarios cerrados
Inicio