El contacto piel con piel entre la madre y el hijo, después justo de dar a la luz, resulta fundamental para el desarrollo posterior del bebé. Habitualmente en los hospitales, de hecho, se entrega el bebé a la madre, que descansa en las siguientes horas en su regazo.
Los beneficios de esta práctica están probados, siendo una medida apoyada por la Sociedad Española de Neonatología, la Iniciativa para la Humanización de la Asistencia al Nacimiento y la Lactancia de UNICEF y el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad de España.
El recuerdo de este tipo de contacto resulta indeleble, y favorece aspectos en el bebé como la capacidad de dormir plácidamente. Pero la piel es tan importante para el bebé que incluso influye cuando todavía está en el interior del claustro materno.
Según un artículo publicado en 2002 en la revista The Journal of Allergy and Clinical Immunology, la actitud de la madre queda grabada en la piel del bebé durante la gestación, recordando por ejemplo si ha consumido probióticos durante el embarazo y la lactancia con una disminución de incidencia de dermatitis atópica durante los dos primeros años e vida.
En este vídeo, el neonatólogo Nils Bergman, experto en el método Madre Canguro, nos explica los mecanismos neurológicos que experimenta el cerebro del bebé al estar en contacto piel con piel con su madre y por qué es tan importante:
Hasta mediados del siglo XX no se solía mantener contacto físico con los niños para evitar contagios, y los índices de mortandad durante los dos primeros años de vida, a pesar de la buena alimentación y las condiciones de higiene, oscilaban entre el 32 % y el 75 %. El psiquiatra británico John Bowlby fue el primero en exponer una teoría coherente sobre el apego y el desarrollo de los niños en 1960.
En la misma década, una serie de estudios de la psicóloga canadiense Mary Ainsworht, de la Universidad John Hopkins de Baltimore, aportaría los datos empíricos que demostraban que, si el progenitor no suscita en el bebé una sensación de seguridad, cuidado y afecto, el bebé no se desarrolla en la medida necesaria para relacionarse con el mundo.
Así de importante es el contacto con la piel de los bebés, así como la demostración de que estamos ahí para protegerlos y quererlos.
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