Los atascos de tráfico pueden acabar con nuestros nervios y hacernos perder horas y más horas a la semana sin hacer nada más productivo que escuchar la radio.
Sin embargo, eso es baladí si tenemos en cuenta que, en mitad del atasco, las partículas en suspensión son muchas, y que sobre todo somos víctimas de ellas si estamos en el interior del coche, donde no circula el aire tanto como en el exterior. Los niveles de contaminación son un 40% superiores dentro del vehículo en un atasco que si estamos circulando.
¿Mejor cerrar la ventanilla?
Son los datos que arroja un reciente estudio llevado a cabo investigadores de la Universidad de Surrey (Reino Unido). Entonces, ¿qué podemos hacer para evitar tanta contaminación.
Basta con cerrar las ventanillas del coche y apgar el ventilador del aire para que la exposición a gases tóxicos de se reduzca un 76%. Por el contrario, si encendemos el ventilado del aire entonces el interior está todavía más contaminado, porque se aspira el aire del exterior hacia el interior.
También es eficaz encender los ventiladores en la función de recirculación del aire de dentro del vehículo, porque así no aire contaminado del exterior. En palabras de Prashant Kumar, de la Universidad de Surrey, y autor principal del trabajo:
Siempre que sea posible, una de las mejores maneras de limitar la exposición al contaminante es mantener las ventanillas cerradas, los ventiladores apagados y tratar de aumentar la distancia con el coche de delante en un atasco en un semáforo. Si se necesita tener el ventilador o la calefacción encendida lo mejor sería que el aire recircule dentro del coche sin aspirar aire desde el exterior. Por supuesto, la mejora de la eficiencia de los sistemas de filtrado de vehículos en el futuro podría contribuir aún más a reducir la exposición en carretera en tales situaciones
La Organización Mundial de la Salud ha situado a la contaminación del aire exterior entre los diez principales riesgos de salud que enfrentan los seres humanos, la vinculación con siete millones de muertes prematuras al año. El riesgo reside principalmente en las llamadas partículas finas.
Imagen | Sean MacEntee
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