Internet se ha convertido en una tecnología tan ubicua y necesaria para nuestro desempeño diario que, incluso, debería ser un derecho, y por tanto su conexión también debería ser gratuita.
De hecho, la conexión deviene en tan importrante para nuestras vidas que su ralentatización, por cualquier motivo, puede ser objeto de efectos fisiológicos medibles.
Es al menos lo que sugieren los estudios realizados por el neuropsicólogo David Lewis. Lo que hizo este investigador fue ralentizar debliberadamente la conexión a internet de una serie de voluntarios que estaban en su laboratorio y, a continuación, medir lo que pasaba en su cuerpo. Según afirma:
A medida que los voluntarios se desesperaban al no poder descargarse el archivo en el tiempo necesario para rellenar los documentos, el ritmo cardíaco y la presión arterial aumentaba, y también lo hacían sus niveles de estrés fisiológico (...) manifestaron signos físicos de ansiedad y, muy a menudo, de rabia y una enorme frustración.
Los motivos por los que la internet no funciona correctamente son diversos: el ancho de banda, el mal rendimiento de tu dispositivo, la presencia de un virus o incluso las famosas cookies, archivos que almacenan información sobre tu navegación.