En el mercado existen toda clase de dietas, dietas para todos los gustos, bolsillos, filosofías, credos y hasta tendencias políticas. La mayoría de estas dietas no funcionan, o funcionan a cambio de efectos secundarios muy poco saludables.
Tenemos dietas de contar calorías (F-Plan), hiperproteicas (Atkins), de combinaciones prohibidas (Montignac), vegetarianas y veganas (China Study), históricas (dieta paleolítica), orientadas a utensilios (LeForking), un complejo mixto bajo en grasas (Dukan), respiracionistas, por colores, incluso de las que postulan que uno se puede alimentar solo de los rayos solares. Y si me permitís la chanza, también existe la dieta del cucurucho.
Sin embargo, hay una dieta que no busca tanto mantener la línea como la longevidad. Son personas que aspiran a vivir muchos años. Y, además, la ciencia parece otorgarles parcialmente la razón. Son gente sometida a grandes restricciones calóricas.
Los hombres sometidos a esta dieta suelen consumir unas 1.900 calorías, y las mujeres unas 1.600. Desayunan fruta y verdura, comen sopa muy diluida y apenas cenan, practicando mucho ejercicio y sin probar nunca el azúcar o el alcohol. Toman entre una y tres comidas al día, y mantienen el hambre a raya con pequeños aperitivos. No suelen comer nada después de las tres de la tarde, y su propósito es ayunar cada día unas 16 horas.
Son los seguidores de la CW Way, el camino de la restricción calórica. Una dieta que cuenta con unos 100.000 seguidores en todo el mundo.
He señalado que la ciencia les da razón parcialmente, porque la investigación científica al respecto de la restricción calórica se ha hecho fundamentalmente con animales. Los primeros estudios se llevaron hace setenta años, y mostraban que ratones sometidos a una dieta hipocalórica tendían a vivir más. Estudios más recientes con levaduras y gusanos ofrecen resultados semejantes.
¿Funcionaría igual en seres humanos? No hay pruebas de ello. De hecho, se sabe que una dieta saludable y ejercicio moderado aumenta la esperanza de vida, así como el estrés la reduce. La cuestión es saber si estos ayunos cíclicos unidos al ejercicio extenuante producen el primer efecto, o por el contrario resultan demasiado estresante para algunas personas, produciendo un envejecimiento prematuro.
Los seguidores de esta dieta se basan en los estudios de Leonard Guarente, de la Universidad de Washington, que demostró el papel fundamental de los genes de la familia de las sirtuinas en modelos de envejecimiento animal. Pero los genes importantes asociados al envejecimiento celular en humanos (registrado en los telómeros) no tienen los genes de la familia de las sirtuinas implicados. Además, hay otras razones para desconfiar en esta dieta, tal y como explica Tim Spector en Post Darwin:
Otros estudios señalan que los hallazgos originales en animales podrían deberse a errores. E incluso otros sugieren que los cambios en un gen de las sirtuinas (el SIRT6) pueden ampliar la longevidad de los roedores, aunque sólo en los machos. Pero lo que es más preocupante es que algunos experimentos están descubriendo que, si se aplican restricciones calóricas en ciertas cepas genéticas de unos ratones llamados G93A, éstos de hecho envejecen más rápido debido, paradójicamente, a un incremento del estrés oxidativo.
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