A más de uno, sobre todo si tiene ascendencia irlandesa, le gustaría saber si podría basar su dieta exclusivamente en la cerveza. ¿Una persona podría sobrevivir sin alimentarse de nada más?
Bien, realizar un experimento empírico al respecto es un poco complicado: aunque voluntarios no faltarían, seguramente estaríamos contraviniendo las elementales reglas de la ética si nos dedicáramos a alimentar con cerveza a un grupo de personas para esperar qué pasa. Así que podríamos echar un vistazo a alguna clase de experimento natural o del pasado…
Pero antes examinemos la composición de la cerveza y sus cualidades nutritivas.
Al hacerse de cebada malteada, la cerveza es rica en vitaminas. Una pinta puede proporcionar más del 5 % de la ingestión diaria recomendada de varias vitaminas, como B9, B6 y B2. Pero carece de otras como la A, C y D. La cerveza es una bebida fermentada que recibe las propiedades alimenticias de los cereales con que se produce, igual que el vino las de la uva, o la sidra las de la manzana.
Aporta una cantidad de ácido fólico, vitaminas, hierro y calcio mayor que otras y provocan un efecto “protector” sobre el sistema cardiovascular. Los bebedores de cantidades moderadas de cerveza presentan una menor incidencia de diabetes mellitus e hipertensión.
Así que no es de extrañar que, desde la antigüedad, la cerveza haya constituido un elemento básico de la dieta, llamándose a menudo “pan líquido”.
En el antiguo Egipto los trabajadores recibían cerveza como parte de su salario, así como las damas de honor de la reina Isabel I de Inglaterra. En 1492, era la ración oficial de los marineros de la armada de Enrique VII.
Es probable que una persona pudiera vivir determinado tiempo sólo consumiendo pan líquido, pero no tardaría en desarrollar cirrosis hepática y sufriría evidentes deficiencias vitamínicas.
Sin embargo, ¿hay ejemplos reales de personas que hayan mantenido una dieta casi exclusiva de cerveza durante un tiempo prolongado? Gracias a John Clephane, sí. Lo veremos en la próxima entrega de este artículo.
Y de paso repasaremos el mito de la barriga cervecera.
Vía | ¿Hay algo que coma avispas? de Mick O´Hare
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