El MI6 usó semen como tinta invisible durante la Primera Guerra Mundial. La ventaja del semen respecto a otras técnicas es que no reaccionaba a los métodos de detección usuales en la época. Además, el semen tenía la cualidad de que podía ser leído perfectamente.
Y es que son muchas las situaciones en la que uno quiere escribir sin que nadie pueda leerlo (o que sólo pueda leerlo unos escogidos). Porque hay textos que podían condenarte, o textos que podían enervar al lector de mente esquemática. Por ejemplo, el jugo de limón, como el que aparece en El nombre de la rosa. O la tinta simpática, que describe metafóricamente Andrés Trapiello en una novela titulada, precisamente, La tinta simpática.
Se denomina tinta simpática o tinta invisible a aquella que no se deja ver en el papel en el que se ha escrito hasta que no se aplica el reactivo conveniente, calor o agentes químicos. La solución extensa de cloruro de cobalto, invisible en frío, reaparece con su color verde o azul en cuanto se calienta el papel. En cuanto se enfría, vuelve a desaparecer.
También se puede hacer tinta invisible utilizando leche y zumo de cebolla.
Otra técnica en la que no hace falta tomar papel sino un huevo duro es la siguiente: se mezcla alumbre con vinagre hasta obtener la consistencia de la tinta y se escribe el mensaje en la cáscara del huevo. Cuando la tinta se seca, nada se ve, pero algunas horas más tarde el mensaje (que debe escribirse con letras grandes) aparecerá en la parte blanca del huevo.
Otra, quizás más elaborada, consiste en introducir virutillas de lana de acero, que sacamos de los estropajos, dentro de zumo de limón, y dejarlo reposar entre 7 y 15 días.
Hoy en día ya se venden muchos bolígrafos y otros cachivaches para escribir directamente en modo invisible. Incluso puede encontrarse por ahí un tutorial para hacer tinta invisible para tu impresora:
Y no hace mucho, la empresa Xerox anunció la creación de una nueva tecnología de seguridad que imprime texto invisible a la luz normal, pero que sí puede leerse cuando se expone a la luz infrarroja. La tecnología puede utilizarse para autenticar entradas/ tickets, cupones, certificados, licencias, permisos, papeles o documentos de identificación y otros documentos de valor.
En un libro escrito por Graham y Hugo Greene (hermanos), El libro de cabecera del espía, también se desvelan otras técnicas empleadas por espías de todos los tiempos, quizá los más celosos de sus escritos.
Tómese una pluma limpia y mójesela en agua, o simplemente escríbase con la pluma seca sobre el papel. La pluma hará pequeños arañazos en el papel, invisibles a simple vista, pero fácilmente visibles con ayuda del microscopio. Puede también emplearse un baño de vapor de yodo. Para ello se toma un hornillo de metal, en el cual el yodo ha de mantenerse a la temperatura más baja en que permanezca evaporado. Se introduce la carta en el baño y, cuando se la retira después de algunos minutos, se habrán fijado cristales de yodo a lo largo de los minúsculos y ásperos bordes formados por el arañazo de la pluma.
Vía | Planetacurioso | El libro de cabecera del espía de Graham y Hugo Green
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