Los drones son ya ubicuos, tanto en su manifestación como tal como en el propio término “dron”. Mientras se acaban de perfilar las nuevas legislaciones respecto a la proliferación de estos aparatos, surgen nuevos prototipos.
Lo último son los drones biológicos, que están siendo desarrollados por la compañía estadounidense Drapper y el Instituto Médico Howard Hughes.
DragonFly
Con forma de libélula, DragonFly, que así ha sido bautizado este dron biológico, es en realidad una micromochila electrónica provista con sensores y que, en el futuro, permitirá controlar el sistema nervioso y el vuelo de un insecto, como es el caso de una libélula.
Este dron cíborg dispone de optrodos, unas diminutas estructuras que, a través del sistema nervioso de la libélula, envían señales lumínicas a las neuronas encargadas de dirigir el vuelo del insecto (previamente, se habían manipulado los genes que regulan esas células para hacerlas fotosensibles).
Las misiones de estos drones biológicos podrían ser, por ejemplo, polinizar, localizar objetivos o vigilar instalaciones.
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