Imaginaos la situación. Estáis conduciendo con vuestro coche por una carretera de dos carriles. Queréis cambiar de carril y… ¿basta con señalizarlo y mirar los espejos retrovisores para hacerlo? Lo cierto es que esto no parece suficiente porque, según los ingenieros, pueden existir puntos ciegos en cualquier juego de retrovisores: precisamente en la zona trasera y a la izquierda, la más peligrosa.
Cabe la opción, entonces, de girar un poco la cabeza para comprobar el punto ciego, pero según Ralph Vartabadian, director de una agencia de seguridad en la carretera, las comprobaciones con la cabeza son una de las acciones más peligrosas que pueden cometerse.
Así pues, da la impresión de que los retrovisores del coche tienen limitaciones importantes… y combatir dichas limitaciones puede ser peligroso.
Además, el retrovisor en sí presenta más problemas. Por ejemplo, en EEUU, el espejo que hay del lado del copiloto es convexo: suele llevar una advertencia del tipo “Los objetos del retrovisor están más cerca de lo que parece.” Y el espejo del lado del conductor no lo es.
En Europa, por el contrario, ambos espejos son convexos.
Explica Michael Flannagan, investigador de la Universidad de Michigan especializado en visión del conductor:
Lo que sucede hoy en día es esta situación que a todas luces está mal. Está mal en el sentido de que Europa hace una cosa y Estados Unidos otra. No pueden ser las dos óptimas. Se trata de dos tradiciones enrocada, ninguna de las cuales se basa del todo en un argumento racional y explícito.
El retrovisor, pues, así como otros tantos factores del tráfico y del diseño de los coches, es más complicado y controvertido de lo que parece. Y, con todo, nos accidentamos menos de lo que sospechamos, como ya os expliqué en el artículo La estadística tramposa de los accidentes de tráfico: vivir es casi tan peligroso como conducir (I) y (y II).
Vía | Tráfico de Tom Vanderbilt
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