Ahora, por fin, puedes ser un idiota tecnológico, un independiente fractal, hacer realidad lo que un día declaraba Lorca.
Ser nacionalista o amar a tu país resulta tan infantil y absurdo como afirmar que amas a un grupo de personas escogidas al azar de la que solo conoces personalmente un 0,01 %, quizá mucho menos, como ya explicamos hace tiempo. Pero ¿y si construyes tu propio país con fronteras no físicas, sino intelectuales, ideológicas, estéticas, políticas?
Idiota tecnológico
En la antigua Grecia, idiota no era el estúpido de ahora, sino el que no se ocupaba de los asuntos públicos, solo de los particulares. Ello era un tanto irresponsable porque todos los griegos tenían que convivir y, por tanto, resultaba importante acordar las normas en que deberían hacerlo.
Pero la tecnología ha derribado muchas fronteras, y continuará haciéndolo, permitiendo que los idiotas no solo puedan ser más autosuficiente, sino unirse entre sí forjando nuevas naciones invisibles.
El pasquín de una de estas naciones invisibles sería algo similar a: Hazte independiente ya. Créate una infoburbuja gracias a los podcast, Youtube y los blogs. Clausura todos los medios de comunicación convencionales. Evita que entre en tu cerebro ni un solo input o meme que proceda de ellos. Habla solo con la gente que te interese. Confraterniza con quienes estarías dispuesto a intercambiar segmentos de ADN o incluso sacrificar los tuyos por los suyos. Dejar de mirar las calles, las tiendas o las tierras que te rodean y delimitan tu país, tu ciudad o tu barrio. Si andas, anda de verdad, sin marcos de referencia. No vuelvas a escuchar a políticos (gente simple que miente para prevalecer, en el mejor de los casos) ni a votar a nadie. Evita toda la burocracia que puedas y delega, incluso pagando por ello, a fin de no tener que interactuar con ningún estamento que declare protegerte o representarte.
Vive en tu burbuja y sé feliz en tu planeta (un país o un trozo de tierra concreto es muy poco para ti y se propicia la endogamia). Sé independiente de verdad, pero unido a los tuyos, a los que interpretan el mundo como tú. Es algo que ya está ocurriendo, como señalamos en el efecto filtro burbuja. Si todos tenemos que convivir con todos, el efecto burbuja es negativo porque nos separa unos de otros incluso en el seno de los propios países. Pero si nos independizamos digitalmente, entonces el filtro burbuja podría ser una ventaja: seremos más felices, ganaremos tiempo y nos pelearemos menos (cuando todos sabemos que debatir sirve de poco o nada).
Lorca, gracias a la tecnología, podría hacer realidad lo que una vez declaró:
Yo soy español integral y me sería imposible vivir fuera de mis límites geográficos; pero odio al que es español por ser español nada más, yo soy hermano de todos y execro al hombre que se sacrifica por una idea nacionalista, abstracta, por el solo hecho de que ama a su patria con una venda en los ojos. El chino bueno está más cerca de mí que el español malo. Canto a España y la siento hasta la médula, pero antes que esto soy hombre del mundo y hermano de todos. Desde luego no creo en la frontera política.
Filtro burbuja
Cada vez más, el ciberespacio será la nueva geografía, y los redes sociales, los puntos de encuentro entre personas que no necesariamente residan en los mismos lugares en el espacio físico. Lo que esquilmará cada vez más la concepción de nación que ahora sustentamos con banderas, cánticos, tradiciones y equipos de fútbol, exacerbando lo que ya escribió el psicólogo cognitivo Steven Pinker en su libro Los ángeles que llevamos dentro:
No existe tal cosa como una "nación" en el sentido de grupo étnico y cultural que coincida con un trozo de propiedad inmobiliaria. A diferencia de las características de un paisaje de árboles y montañas, las personas tienen pies. Se desplazan a sitios donde hay más oportunidades y pronto invitan a sus amigos y parientes a que se les unan. Esta mezcla demográfica transforma el paisaje en un fractal, con minorías dentro de minorías dentro de minorías.
Dicho lo cual, tenéis los comentarios de aquí abajo para debatir estas ideas, echaros sapos y culebras o, quien sabe, empezar a formar vuestras propias naciones digitales.
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