La impresión 3D ha llegado para quedarse. Muy pronto generá conflictos de copyright como los que generan las cosas digitalizables (música, vídeo, libros). Propiciará que la inteligencia colaborativa, gracias a una arquitectura tipo Wikipedia, proporcione nuevos objetos y diseños. Nos dará de comer quizá mejor que muchos restaurantes. Levantará casas. Imprimirá órganos funcionales como un corazón. Podemos imprimir réplicas de obras de arte del Museo Británico, lo cual quizá no evite las visitas, pero sin duda será un duro golpe contra la venta de souvenirs. Y naturalmente, también fabricará armas.
De hecho, ya se podían fabricar armas de fuego con la tecnología de la impresión en 3D, pero tras un disparo suelen romperse o deformarse. Sin embargo, un nuevo tipo de bala diseñada por un mecánico de Pensilvania llamado Michael Crumbling puede evitar este handicap.
Sus balas calibre .32 funcionan gracias al espeso casquillo que carga una bala de plomo a una pulgada de profundidad. Es decir, la bala funciona como un cañón en sí misma, evitando transferir la fuerza de la explosión al arma. Mediante esta munición especial ha logrado hacer más de 19 rondas de disparos sin daño alguno en el equipo.
Estas balas no se pueden imprimir, de momento: requieren una hora de trabajo por unidad. Fabricar cada bala, no obstante, cuesta solo 27 centavos de dólar en materiales y, tras el disparo, cada casquillo se puede volver a utilizar.
La pistola impresa es un diseño propio creado en una impresora barata Printrbot usando plástico PLA, aunque el propio Crumbling asume que su arma no es 100 % impresa, sino que utiliza algunos tornillos de metal y un disparador AR-15. Aunque la pistola erró un par de veces, no sufrió de ningún daño interno notable después de todas esas explosiones. He aquí un video de lapso de tiempo que muestra 18 de los disparos.
Diversos orgasnismos han respondido a la amenaza de las armas impresas en 3D señalando su falta de fiabilidad. A pesar de todo, Crumling dice que no está particularmente interesado en que su invento sea una provocación política tanto como un logro en el campo de la ingeniería que quería compartir con el resto del mundo.
¿Riesgos?
Es decir, que es posible que muy pronto todo el mundo pueda imprimirse un arma de fuego funcional. Ello implicará enfrentarnos a un nuevo desafío. ¿Se podrá poner puertas al campo? ¿Bastará con la aplicación de la actual legislación? En Estados Unidos es relativamente fácil acceder a armas de fuego a pesar de asesinatos masivos como el de la Escuela Secundaria de Columbine, de modo que ¿la preocupación acerca del negocio de las armas se ocultará tras una presunta medida de seguridad?
Son preguntas de difícil respuesta. Lo que es evidente que entorpecer el desarrollo tecnológico nunca será la solución: todo adelanto tecnológico lleva aparejado un nuevo número de muertes o problemas (los coches empezaron a matar a gente en las carreteras y a contaminar el aire), pero también sus ventajas son inmensamente superiores a sus efectos colaterales nocivos (siguiendo con el caso de los coches, sustituyeron a otro medio de transporte que todavía generaba más problemas: los caballos: podéis leerlo en ¿Cuál fue el medio de transporte que más problemas causó a la humanidad? (I) y (II)).
Vía | Gizmodo
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