La mira Norden era era un dispositivo usado por la Fuerza Aérea de los Estados Unidos de América durante la Segunda Guerra Mundial, la Guerra de Corea y la Guerra de Vietnam para ayudar a las tripulaciones de los bombarderos a lanzar su carga de forma precisa. Sin embargo, no servía para casi nada. Porque no todos los avances tecnológicos tienen alguna función que mejore nuestra vida.
Fue Carl Norden, un genio neoyorquino, solitario y cascarrabias, el que construyó un ordenador mecánico de 23 kg llamado Mark XV a principios de 1940. Mediante engranajes, rodamientos y giroscopios, muy al estilo de un mecano dieciochesco, era capaz de calcular la velocidad aérea, la altitud y los vientos de costado con objeto de determinar el punto correcto para que un bombardero soltara sus cargas explosivas.
La frase promocional de Mark XY era: es capaz de acertarle a un barril de escabeche desde 6.000 metros de altitud. Con esta frase con tanto atractivo, Estados Unidos no dudó en invertir 1.500 millones de dólares en su desarrollo. Para que os hagáis una idea, ese presupuesto representaba más de la mitad que el necesario para construir la bomba atómica.
La mira Norden, pues, parecía ser la solución para combatir el nazismo en la Segunda Guerra Mundial.
A principios de 1943, el general Henry (Hap) Arnold, jefe del Ejército del Aire, reunió a un grupo de civiles prominentes para analizar la economía alemana y recomendar objetivos. El Consejo Asesor para Bombardeos, como lo llamaron, determinó que Estados Unidos debía apuntar a las fábricas de rodamientos que había en Alemania, ya que estos cojinetes de bolas y rodillos eran cruciales para la fabricación de aeroplanos.
El centro de la industria alemana del rodamiento estaba en la población de Schwinfurt. Así que hasta allí marcharon con innumerables bombarderos B-17. Las perspectivas eran inmejorables: durante la I Guerra Mundial, acertar en un blanco desde 2.500 metros de altitud era una tarea difícil, debido al fragor de la batalla, la velocidad, los vientos, etc. Así que se bombardeaba un poco al azar, sólo para desmoralizar al enemigo. Por primera vez, sin embargo, gracias a la mira Norden, se conseguiría un bombardeo quirúrgico: nada menos que la destrucción de la materia prima para la guerra de los alemanes.
Sin embargo, este aumento de precisión no dio los frutos esperados. Si bien destruyeron las fábricas de rodamientos, los alemanes resultaron tener más reservas de rodamientos de lo esperado. Además, sus ingenieros consiguieron cambiar ciertos diseños para no necesitar tantos rodamientos en la fabricación de aviones. Además, la maquinaria para producir rodamientos parecía indestructible por su robustez. Así que ni un solo tanque, avión o arma dejó de fabricarse en Alemania por falta de rodamientos, y la mira Norden, a pesar de su coste, no sirvió para nada.
Lo que los aliados no supieron es que, al afinar más la puntería, también debían recabar más cantidad de información sobre los objetivos que pretendían destruir: ¿valía la pena destruirlos, cuál era su capacidad de resistencia, qué consecuencias tendría? Esta lección puede extrapolarse a la actualidad.
Después de todo, si uno puede apuntar a la cocina de una casa y acertar de lleno, ya no tiene que bombardear el edificio entero. Luego la bomba puede pesar ochenta y cinco kilos en vez de cuatrocientos cincuenta. Esto a su vez significa que pueden cargarse cinco veces más bombas en cada avión y atacar el quíntuplo de objetivos en una sola salida, lo que parece una ventaja… Aunque ahora uno necesita un quíntuplo de la información que requería antes, al haber multiplicado por cinco sus objetivos. Y los servicios de inteligencia tienen que ser cinco veces más específicos; porque si el objetivo está en el dormitorio y no en la cocina, la bomba no ha dado en el blanco.
Vía | Lo que vio el perro de Malcolm Gladwell
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