Una de las razones de que haya carencia de agua no es el agua en sí, sino su modo de empleo. Más concretamente el derroche. Y ese derroche no es tanto consecuencia de nuestros hábitos de consumo como de la ineficiencia en cómo se organiza la distribución del agua.
Por ejemplo, en Estados Unidos se usa el 70 % del agua en la agricultura. Pero la mitad de toda la comida producida termina en la basura. Producir una caloría requiere, como media, cien litros de agua, según la ONU. Además, el 20 % de esa agua se pierde por culpa de los agujeros en las cañerías.
La solución a estos problemas para por crear redes inteligentes para todos nuestros sistemas de almacenamiento de agua, en lo que se ha venido a llamar “la red inteligente del agua”, en palabras de Peter Williams, director de tecnología de Big Green Innovations y “científico distinguido” de IBM. El plan lo explica así Peter H. Diamandis en su libro Abundancia:
El plan es colocar todo tipo de sensores, de contadores inteligentes y automáticos mediante inteligencia artificial en nuestras cañerías, alcantarillas, ríos, lagos, embalses, bahías y, en última instancia, mares. IBM piensa que la red inteligente del agua valdría 20.000 millones de dólares en los próximos cinco años, y la empresa está decidida a empezar desde cero.
Mark Modzelewski, director ejecutivo de Water Innovations Alliance, sostiene que una red de esta naturaleza podría ahorrar entre el 30 y el 50 % del uso total de agua de Estados Unidos.
Otras empresas también están empezando a hacer sus pinitos en las redes inteligentes de agua. Hawlett-Packard, por ejemplo, ha puesto en funcionamiento un sistema de medición inteligente que ya ha incrementado la productividad en un 15 %.
En el terreno académico, investigadores de la Universidad Northwestern de Chicago han creado una “cañería inteligente” (un dispositivo con múltiples nanosensores que miden todo, desde la calidad hasta el flujo del agua).
Son soluciones que se deberán implementando progresivamente, junto a nuevas tecnologías para desalinizar el agua que no impliquen tanta energía y contaminación: el 40 % de toda la población mundial vive en un franja de cien kilómetros de la cosa nos debería dar la pista de que el mar podrá ser nuestra salvación en el futuro.
Un mínimo de 7,5 litros de agua es la cantidad por persona que la OMS recomienda para atender las necesidades básicas humanas. Habría que elevar hasta 20 litros para asegurar una higiene completa. En la actualidad, 748 millones de personas en el mundo no tienen acceso a agua potable.
Si estas innovaciones siguen su curso tal vez, dentro de muy poco, todos podremos acceder a estos mínimos de agua por un precio muy bajo. Y si somos optimistas, a raciones muy superiores.
Imágenes | Pixabay
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