En 1992, Jonathon Mamin, del laboratorio IBM en Zúrich, creó un mapa del hemisferio occidental a partir de átomos usando pulsos electromagnéticos.
El mapa está a escala de un billón a uno y el diámetro es de aproximadamente una micra (una milmillonésima parte de un metro), alrededor de una centésima parte del diámetro de un cabello humano.
Y el mapa 3D más pequeño
En 2012, IBM también creó en tan solo 143 segundos un mapa del mundo en 3D de 22x11 micrómetros y medio millón de píxeles de unos 20 nanómetros cuadrados cada uno. Además, replicó la montaña más fotografiada del planeta, el Cervino (los Alpes), de 4.478 metros de altura a un tamaño de 25 nanómetros. En este caso se trata del mapa del mundo en 3D más pequeño de la historia.
El mapa, producido en una pequeña franja de polímero, mide solo 22 por 11 micrómetros. Para poner eso en perspectiva, 1000 copias del mapa podrían caber en un solo grano de sal.
El componente central de la nueva técnica, que fue desarrollada por un equipo de científicos de IBM, es una punta de silicio diminuta y muy afilada que mide 500 nanómetros de longitud y solo unos pocos nanómetros en su vértice. La punta, similar a la que se usa en los microscopios de fuerza atómica, está unida a un voladizo flexible que escanea de manera controlada la superficie del material del sustrato con la precisión de un nanómetro, una millonésima de milímetro. Al aplicar calor y fuerza, la punta de tamaño nanométrico puede eliminar el material del sustrato basándose en patrones predefinidos, operando así como una máquina de "nanofresado" con altísima precisión.
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