Hay muchas formas de medir el crecimiento económico de un país. El PIB es una de ellas. Sin embargo, ninguna es perfecta: más bien es importante tener en cuenta todas y cruzar los datos a fin de proponer una imagen más completa del cuadro.
Una forma extra a las ya conocidas la plantearon J. Vernon Henderson, Adam Storeygard y David N. Weil en un estudio del año 2012: usando la cantidad de luz que los países emiten de noche. Y nada como contemplar esa magnitud desde el espacio.
Fotografías de satélite
Los autores del estudio emplearon fotografías tomadas por un satélite de la Fuerza Aérea de Estados Unidos que circunvalaba la Tierra 14 veces al día. A su juicio, comprobar si por las noches los países se encienden como árboles de Navidad es interesante porque la electricidad cuesta dinero: tanto tenerla como usarla.
De hecho, cuando las condiciones económicas de un lugar se reducen drásticamente por alguna razón, también lo hace la luz que emite. Pone algunos ejemplos Seth Stephens-Davidowitz en su libro Todo el mundo miente:
Durante la crisis financiera de 1998 en Asia, la luz nocturna se reduje bruscamente en Indonesia. En Corea del Sur, la luz nocturna aumentó un 72 % de 1992 a 2008, lo que corresponde a un período de desarrollo económico notablmente fuerte. En Corea del Norte, en ese mismo tiempo, la luz nocturna disminuyó, lo que corresponde a un período económico desolador.
Hay que insistir en el hecho de que esta medida no es útil e inequívoca en todos los casos (por eso conviene complemetarla con otras medidas): por ejemplo, en los países desarrollados es más fiable usar datos económicos ya publicados antes que realizar inferencias a través de fotos de satélite. Por ejemplo, las ciudades de Estados Unidos son mucho más brillantes que las ciudades alemanas de tamaño similar.
Y, curiosamente, Berlín del Este parece emitir más luz por cápita que sus más ricos vecinos de Occidente. La tecnología, la cultura, los códigos de iluminación, e incluso la forma en que las ciudades diseñan sus calles son todos ellos factores que parecen tener un gran impacto. Pero en economías en desarrollo resulta muy interesante añadir esta variable a la ecuación.
En 1998, en el sur de Madagascar, se descubrió una gran veta de rubíes y zafiros. El pueblo de Ilakaka, hasta entonces poco más que una parada de camiones, se convirtió en un importante centro comercial. Prácticamente no había luz nocturna en Ilakaka antes de 1998. En los cinco años siguientes, hubo una explosión de luz nocturna.
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