Naves espaciales autorreparables

Naves espaciales autorreparables
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No me he arriesgado a poner como título "Naves espaciales que se curan solas", porque esto no es posible, ni serio, pero teniendo en cuenta el estudio financiado por el Programa General de Estudios de la ESA(European Space Agency) y que está siendo llevado a cabo por el Departamento de Ingeniería Aeroespacial de la Universidad de Bristol, en el Reino Unido, tiene una cierta lógica.

Las naves espaciales (aún este término me parece de cuento de ciencia ficción) sufren en ocasiones daños en su estructura externa, ya sea por impactos de micrometeoritos, por los cambios de temperatura de cientos de grados Celsius que ocurren en el espacio exterior cuando se pasa de zona de luz a zona de sombre. Las implicaciones de las pequeñas grietas o rascazos pueden ser inocuas o destructivas totalmente, como las incineraciones de vehículos en la reentrada al planeta, tristemente famosas.

Como tantas otras veces los investigadores se han fijado en la naturaleza, en especial en el mecanismo de cura del cuerpo ante una herida abierta: la reacción de la sangre con el aire provoca el recubrimiento de la herida por una costra dura, "impermeable" a los gérmenes, y que permite la curación total de la herida. Pues bien, las propuestas para imitar a la Naturaleza apuntan al uso de pequeñas fibras de material facilmente rompible (cristal, para más señas) rellenas de un material adhesivo que se una con facilidad al material de la cubierta de las naves. El problema es que no existe aire con el que secar el adhesivo, asi que la solución pinta como que habrá dos materiales que, mezclados aún en el vacío, formen una cola lo suficientemente viscosa como para tapar los huecos, y lo suficientemente resistente para evitar la evaporización en momentos críticos.

Las ventajas de estas autorreparaciones son claras y definidas: primero, el aumento de la vida útil de las naves en el espacio permitirán reducir los costes de las misiones orbitales en una buena proporción; segundo, este aumento en la longevidad de los vehículos permitirá reducir en gran medida los riesgos que frenan las misiones (no tripuladas y esperamos que tripuladas) a lugares más lejanos en el Sistema Solar. Además, a corto plazo, el aumento de fiabilidad de las naves significaría un aumento en la cantidad y calidad de los datos para los científicos, y unas mejores telecomunicaciones para nosotros.

Vía | ESA General Studies Programme

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