Decia J.B.S. Haldane que "no hay ningún gran invento, desde el fuego hasta volar, que no se haya recibido como un insulto a algún dios". Todos tendemos a ser un poco luditas frente a una nueva tecnología. A achacarle nuevos males que antes no existían. Por ejemplo, con el advenimiento de las redes sociales, parece que hemos descubierto lo que son las cámaras de eco ideológicas, la polarización política extrema y hasta la mala educación.
Sin embargo, al igual que la llegada de la imprenta levantó sospechas y recelos similares a los que produjo la llegada de internet, la radio, en sus inicios, podría ser perfectamente comparable a las redes sociales como Twitter.
Nazis y radios baratas
En Twitter, según algunos, proliferan las personas con ideologías destructivas. Nos dedicamos a bloquear, denunciar, cancelar. Sin embargo, los nazis usaron la radio de forma masiva para influir en la población austriaca y a los propios alemanes. Para ello, desarrollaron un receptor de radio de precio muy bajo. Volksempfänger (en alemán, literalmente 'receptor del pueblo') fueron una serie de receptores de radio desarrollados por Otto Griessing para la empresa Seibt a petición de Joseph Goebbels.
El primer aparato presentado fue el Modelo VE301 el 18 de agosto de 1933. Todos los Volksempfänger fueron diseñados para captar solamente emisoras de radio locales, para asegurar que se pudieran oír fácilmente las emisiones de propaganda nazi, y no otros medios de comunicación. Albert Speer, el arquitecto predilecto y ministro de armamentos y guerra de Hitler, dijo en su último discurso en los juicios de Núremberg:
La dictadura de Hitler difirió de la de todos sus predecesores en la historia en un punto fundamental. Su dictadura fue la primera [...] que aprovechó completamente todos los medios técnicos para la dominación de su propio país. Mediante aparatos técnicos como la radio y el altavoz, 80 millones de personas fueron privadas del pensamiento independiente. De ese modo fue posible sujetarlos a la voluntad de un hombre.
Tal y como abunda en ello Matt Ridley en su libro Claves de la innovación:
La influencia de la radio para polarizar a la población era inmensa incluso en las democracias, donde el padre Charles Coughlin usó la radio para fomentar el odio a los banqueros y judíos entre sus 30 millones de oyentes, mientras que Franklin Roosevelt la empleó para vender sus políticas (algo que recuerda a lo ocurrido en tiempos más recientes con las redes sociales). "¿He hecho un bien al mundo o he añadido otra amenaza?", se preguntaba Marconi en 1934.
La llegada de la televisión, por alguna razón, generó un efecto contrario a de la radio, y devolvieron a la ciudadanía cierto consenso social. De hecho, ese consenso era en ocasiones asfixiante. No había polarización, pero había uniformación. Uno de los momentos clave en los que tuvo lugar este efecto fue en 1954, cuando los estadounidenses vieron por primera vez al senador Joseph McCarthy en televisión.
No les gustó lo que vieron y la burbuja de MacCarthy estalló de inmediato. "El pueblo estadounidense lo ha visto a usted durante seis semanas. Ya no engana a nadie", dijo el senador Stuart Symington poco después. En mi opinión este efecto centrípeto el que se ha revertido con la llegada de las redes sociales, una fuerza tan polarizadora como la radio en sus inicios.
Ahora las redes sociales, y los medios de comunicación en general, están llenos de políticos que intervienen para expresar su opinión sobre cada asunto, por mínimo o pueril que sea, a fin de generar dos bandos: los de su cuerda y los de la otra cuerda. No es algo nuevo, solo es lo que estamos viviendo ahora.
Si acaso, dado que la retórica política se está simplificando porque cada vez hay más democracia, no menos, se incurre en decenas de falacias lógicas, o se alarma a la población torciendo las estadísticas o la propia realidad. Como ya expresó H. L. Mencken: "El único objetivo de la política práctica es mantener a la población alarmada (y, por tanto, clamando que la conduzcan hacia la seguridad) con una serie interminable de demonios, la mayoría de ellos imaginarios". H. L. Mencken. O menos peligroso, pero igualmente vacuo, se proponen ideas simples pero que fácilmente uno puede adoptar para expresar su virtuosismo y su bando, como sustituir "patria" por "matria":