Rastreador de Namorado ha sido una polémica app brasileña que permitía hackear un smartphone ajeno, para así poder acceder a su GPS, a los mensajes enviados e incluso escuchar conversaciones.
Esta app solo simplifica lo que ya sabían hacer los hackers tanto con el smartphone como con nuestros ordenadores, incluida la activación de la cam para espiarnos. El problema es que cada vez hay más electrodomésticos que funcionan como ordenadores, y que disponen también de su propia cam.
Tanto es así que quizá no deberíamos confiar tampoco en nuestro televisor último modelo. Las televisiones que se están desarrollando ahora no solo están provistas de cámara, sino que ésta te monitoriza las 24 horas del día, aunque los usuarios la apaguen. Como el ojo orwelliano de Gran Hermano. Tal y como lo explica Thomas P. Keenan en su libro Tecnosiniestro:
La explotación comercial de las cámaras web dio un giro escalofriante y sin duda ilegal en un caso relacionado con el alquiler de material informático. Si tenías la desgracia de alquilar un ordenador a cualquiera de siete empresas estadounidenses, o a sus filiales internacionales, te endosaban con el sistema un software oculto llamado “modo detective”. Según la Comisión Federal de Comercio, “cuando se activaba el Modo Detective, el software podía almacenar las pulsaciones del teclado, hacer capturas de pantalla y tomar fotografías con la webcam del ordenador.
Una web rusa que ofrecía en directo la conexión, en tiempo real, con 10.000 webcams privadas de 250 países, incluyendo más de 300 cámaras españolas. Se trataba de cámaras de seguridad hackeadas situadas en salones, habitaciones, locales comerciales, o en el jardín. Incluso hablarle al televisor puede ser un riesgo para tu intimidad.
Imagen | meglet127
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