El control sobre la alimentación se hace cada día más exhaustivo, intentar detectar rápidamente posibles variaciones en los alimentos en los que hayan incidido microorganismos patógenos, detectar productos de mala calidad, detectar e identificar sustancias que se producen por la oxidación del tejido muscular, etc., es la misión que tiene esta nariz electrónica para la carne.
Cuando verificar el estado óptimo de la carne a primera vista es verdaderamente difícil, sea carne en conserva o congelada, este sensor detecta cualquier pequeña variación que pueda perjudicar nuestro organismo gracias a un sistema bien dotado de análisis. Con este sensor ya no son un obstáculo las especias, los aditivos o conservantes que pueden enmascarar el verdadero estado de la carne.
El funcionamiento del aparato en cuestión está basado en la colocación de unos electrodos en la superficie de la carne pero sin que llegue a tocarla, de esta manera capta las sustancias gaseosas que la carne va desprendiendo. Los electrodos están aislados por unas placas de cuarzo porque permiten el paso de las sustancias volátiles de bajo peso molecular.
Finalmente una vez que se han puesto los electrodos en la carne, se filtran los gases que se desprenden de su superficie como consecuencia de la oxidación del tejido muscular y adiposo, sin que pueda haber algún tipo de interferencia por otra clase de sustancia. Como las sustancias son muy complejas, es necesario disponer de unos cuantos detectores que funcionen con señales agrupadas para dar una imagen de la situación real, ya que individualmente no se lograría.
Posteriormente se clasifican las señales y se calibra el equipo para poder comprender la información obtenida. Tras el proceso de la información se pueden valorar las muestras a través de la comparación de datos de los cuales se establecerá la correlación molecular química concreta. Gracias a la conjunción de los datos químicos y sensoriales, se puede entrenar a la nariz electrónica para varios tipos de alimentos.
Un crecimiento microbiano a niveles no deseados o un cúmulo de sustancias químicas pueden ser riesgos a la hora de consumir la carne, y detectarlos es beneficiar a los consumidores. Cada vez hay más tipos de narices electrónicas al servicio de la salud y de la calidad, como puede ser la del vino. Poco a poco se irán introduciendo en los distintos ámbitos y productos alimentarios para una mayor seguridad.
Vía | Consumer