En la anterior entrega de este artículo poníamos de manifiesto la falta de fe de la ciudadanía en las formaciones políticas que se presentan a las elecciones, así como los defectos de la democracia pura. Ahora vamos a buscar una alternativa que, gracias a Internet, podría tener más sentido que nunca.
Democracia líquida: delega tu voto en quien confíes
Una alternativa que cada vez resulta más plausible a la democracia directa y la democracia representativa, sobre todo a raíz de la excepcional habilidad de Internet a la hora de conectar a la gente en redes, es la democracia líquida. ¿Habéis visto lo milagrosa que parece Wikipedia? Una enciclopedia siempre en movimiento creada por aficionados o por expertos que no ganan dinero editándola. Sin embargo, Wikipedia es equiparable, sobre todo en inglés y en las entradas de ciencia, al epítome de las enciclopedias realizadas por expertos remunerados: la enciclopedia Británica.
Pues bien, la democracia líquida consiste en extrapolar el poder de las redes de pares que genera Internet, materializándose en proyectos como Wikipedia, para preguntar al conjunto de la ciudadanía sobre cada una de las decisiones que deben tomarse. Con un añadido: si ignoras algo sobre un tema y crees conocer a alguien que sabe más que tú sobre ello, en ese tema en particular puedes cederle tu voto (que a su vez, si él lo considera oportuno, podrá ceder a alguien que sepa más que él).
Imaginemos que debemos votar si las políticas para combatir la piratería digital son las adecuadas o no. Si le pregunto a mi abuela, no tendrá ni idea. Yo conozco bastante sobre el tema, he leído una docena de libros, pero se me escapan muchos matices jurídicos. ¿Qué hacer? Como llevo tantos años leyendo y escuchando los razonamientos del abogado experto en derecho intelectual David Bravo (por ejemplo), finalmente le prestaré mi voto a David Bravo. Sé que él sabe del tema mucho más que yo, y además confío bastante en su integridad intelectual.
Otros pensarán como yo. Hasta el punto de que David Bravo, tal vez, acabará con unos cuantos miles de votos de ciudadanos que confían en él. Cuando David Bravo sea interpelado por las urnas, su voto valdrá miles de veces más de lo que vale ahora. Y ese poder solo podrá usarlo para votar sobre esa interpelación en concreto. Para el resto de asuntos, David Bravo tendrá tanta relevancia como cualquiera de nosotros.
Sé que estáis pensando que esto parece un caos. Que habrá muchos embaucadores o demagogos que lograrán obtener el voto de buenas gentes. Que habrá individuos que, mediante grandes sumas de dinero (probablemente procedentes de empresas involucradas en el engranaje de la política que debe someterse a votación), financiará campañas para incrementar la reputación de los sujetos que consideren adecuados. Que mucha gente ignorante será tan ignorante que ni siquiera sabrá detectar quién es un poco menos ignorante que ella. Que habrá ciudadanos tan ingenuos que no advertirán que están siendo engañados por canallas profesionales.
Pero… oh, wait... ¿no es eso exactamente lo que está ocurriendo ahora, punto por punto? La diferencia estribará en que la democracia líquida repartirá tanto el poder, y lo hará tantas veces, cada día, en cada nueva decisión, que los “acaparadores” de poder apenas podrán subsistir. Si uno nos engaña, no le cederemos el voto mañana, o la siguiente semana. Por supuesto, muchos seguirán votando a señores que hablan bien o son guapos, aunque tengan el cerebro vacío, o incluso confiarán en políticos como Rajoy o Rubalcaba, pero su representatividad en las urnas descenderá de un modo tan acusado que uno no se levantará cada mañana pensando que no puede hacer nada de nada por cambiar lo establecido.
Tal y como añade Steven Johnson en Futuro Perfecto:
Los individuos comprometidos seguirán teniendo la posibilidad de apoyar económicamente a sus candidatos, solo que con una cantidad de dinero limitada. Los vales democracia descentralizarían y diversificarían las fuentes de financiación de las campañas, creando un mercado verdadero para la financiación del electorado.
Obviamente lo he simplicado todo mucho. Sin embargo, conceptualmente, la democracia líquida, siempre cambiante, consistente en vigilarnos unos a otros como sucede en Wikipedia, evitará los dos embudos democráticos anteriormente expuestos, que resume así Johnson:
El mundo es demasiado complejo como para comprimirlo en un paquete comprensible para el votante medio, lo que hace que la democracia directa sea un sueño imposible. Pero los propios votantes tienen unos valores políticos también complejos, que no pueden expresarse en votos individuales por candidatos o partidos.
Un ejemplo germinal de una suerte de democracia líquida lo podéis encontrar en Porto Alegre: la ciudad que dejó de ser un caos para convertirse en un lugar seguro (sin intervención política).
Pero ¿cómo empezó todo esto? ¿Cómo podría evolucionar? En la próxima entrega de este artículo responderemos a estas preguntas.
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