En ocasiones se nos olvida la rapidez con la que podemos hacer llegar cualquier mensaje al otro lado del mundo gracias al desarrollo de las telecomunicaciones, y como ello ha transformado el mundo en un lugar donde ya no existen fronteras físicas ni temporales.
En una época tan próxima como 1861, William Russell, uno de los mayores del Pony Express, quiso demostrar cuán rápido y eficaz era su sistema de transporte a través de caballos. Para ello, trasladó el discurso de investidura de Abraham Lincoln en Fort Kearny, Nebraska, hasta Fort Churchill, Nevada. Casi recorrió todo el país a través de cientos de trabajadores, caballos de relevo cada 15 km. En California se leyó el discurso 17 días y 7 horas más tarde.
El Pony Express incluía unas 90 estaciones y contaba con 420 caballos constantemente al galope por las llanuras. Los caballos se cambiaban en cada estación, que distaba de la anterior unos 15 ó 20 kilómetros.
Aquel logro del que era el sistema más rápido para hacer llegar un mensaje a alguien, sin embargo, queda en ridículo ahora que podemos hacer llegar un discurso a cualquier punto del planeta a la velocidad de la luz, casi instantáneamente. Para asimilar cuán enorme es la diferencia, en siglo y medio hemos conseguido lo siguiente, según palabras de Peter H. Diamandis en su libro Abundancia:
en 2008 todo el país se enteró de que Barack Obama se había convertido en el cuadragésimo cuarto presidente de los Estados Unidos en el mismo momento en que fue declarado ganador. Cuando Obama dio su discurso de investidura, sus palabras viajaron de Washington, DC., a Sacramento, California, 14.939.040 veces más rápido que el discurso de Lincoln.
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