Con una navaja o una pistola, en tiempos pretéritos, los delincuentes pueden llevar a cabo delitos como un hurto. Sin embargo, éstos y otros delincuentes, por lo general, solo podían robar a un determinado número de personas al día. Las víctimas eran pocas.
Los aspirantes a delincuentes, sin embargo, han encontrado en Internet un forma de delinquir masivamente. Todo, de hecho, empezó con la locomotora.
Del tren a Internet
Lo que proporcionó la locomotora a los delincuentes es la posibilidad de robar a doscientas o trescientas personas simultáneamente, todas las que viajaran en el tren. Durando un siglo, esta clase de robo fue el más masivo y lucrativo.
Con Internet ha sucedido algo parecido, pero le crecimiento ha sido exponencial, tal y como exponencial es el crecimiento de la tecnología gracias a la célebre Ley de Moore. Ahora los delincuentes tienen la posibilidad de robar simultáneamente a centenares de millones de personas.
En 2013, por ejemplo, la cadena de tiendas Target, en Estados Unidos, fueron víctimas de un ciberataque contra sus terminales de tarjetas de débito y crédito en los puntos de venta. De este modo se sustrajeron datos de más de cien millones de cuentas, probablemente gracias a un ataque perpetrado por un hacker de 17 años que vivía en Rusia. Tal y como lo explica Marc Goodman en su libro Los delitos del futuro:
Imagina la envergadura y la enormidad de las pérdidas. Cerca de un tercio de la población estadounidense sufrió un robo de manera simultánea. Jamás antes en la historia de la humanidad había sido posible que una sola persona robara 110 millones de nada, por no mentar ya el robar a más de cien millones de personas de golpe.
La Ley de Moore, pues, tiene dos caras, y solo podremos beneficiarnos de la positiva si estamos lo suficientemente prevenidos a propósito de la negativa.
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