A pesar de que nos quejamos amargamente asumiendo que los niños las personas leen poco o que se pasan horas y horas leyendo bobadas, cotilleos y memes en sus redes sociales, lo cierto es que esto ha sido una constante en la historia.
Incluso en la época en la que más se estaba leyendo, la mayoría leía fruslerías.
Desde el nacimiento de la imprenta
Cuando nació la imprenta gracias al alemán Johannes Gutenberg en 1436, los cambios sociales que se produjeron fueron tan espectaculares como los que hoy en día está produciendo internet. El crecimiento en la impresión de libros fue aumentando rápidamente a medida que la sociedad estaba cada vez más alfabetizada. Sin embargo, hubo un momento en que se produjo un pico de crecimiento en la impresión de libros, allá por la década de 1920. Justo antes de que la radio empezara a secuestrar la atención del público masivo.
En la década de 1920, las editoriales de Estados Unidos publicaban 110 millones de libros por año, el doble que la década de 1910. El mayor crecimiento en el número de lectores, sin embargo, se produjo en el ámbito de la revistas, sobre todo de cotilleos, un género que hasta ese momento resultaba inédito, y los periódicos en general.
Revistas
En la década de 1920 nació el club del libro a fin de orientar a los abrumados lectores por el creciente número de títulos publicados. Los primeros fueron el Book-of-the-Month Club (1926) y el Literary Guild (1927). El éxito de esos clubes era inaudito, y no volvería a repetirse nunca más. Tampoco el fervor con el que el público lector veneraba a sus autores. Por ejemplo, cuando Sinclair Lewis se instaló en su casa de Minnesota para escribir Elmer Gantry (1927), los lectores se desplazaban desde otros lugares solo para verlo trabajar.
Más sorprendente todavía fue el auge de las revistas. Hugo Gernsback, por ejemplo, fundaba en 1913 la primera revista de ciencia ficción del mundo (Amazing Stories), y luego empezaría a fundar revistas de todo tipo (si una quebraba, fundaba otras dos). Por ejemplo, la primera revista sobre electrónica de Estados Unidos, Modern Electrics. Sexology abordaba la sexualidad desde la vertiente científica. Radio News trataba sobre noticias del mundo de la radio.
También en esta época hizo su debut la Reader´s Digest (1922), Time (1923), American Mercury (1924), Smart Set (1924) y el New Yorker (1925). No en vano, los ingresos por publicidad aumentaron un 500% en esta década. Las revistas empezaron así a influir a nivel sociológico en toda la población, cambiando incluso la forma de expresarse de la gente, como explica Bill Bryson en 1927: Un verano que cambió el mundo:
La revista Time era famosa por su predilección por determinadas palabras y expresiones: "moreno", "diestro" y "ojos penetrantes". También abusaba de neologismos, como "cine-adicto" o "cine-actriz". Por otra parte, a sus redactores les encantaba distorsionar las frases hechas, de modo que "a la hora en punto" se convirtió, sin ningún tapujo, en "en punto a la hora". Y, sobre todo, presentaba un curioso afecto germánico por la inversión del orden normal de las palabras y de la acumulación de tantos nombres, adjetivos y adverbios como fuera posible en la misma frase antes de proporcionar el verbo.
Periódicos
Con todo, la el verdadero crecimiento de la letra impresa tuvo lugar a través de los periódicos. Los hogares estadounidenses ya compraban 1,4 periódicos al día. Solo Nueva York tenía doce periódicos de frecuencia diaria. Todas las ciudades grandes tenían al menos dos o tres diarios.
Esta pujanza por la letra escrita en parte se produjo porque fue en estos diarios donde nació un género que había resultado inédito hasta la fecha: la prensa amarilla o prensa sensacionalista. Es decir, las noticias que abordaban básicamente cotilleos de famosos, crímenes morbosos y deportes.
En Inglaterra ya hacía unos años que los tabloides tenían cierto éxito, como es el caso del Daily Mirror, pero en Estados Unidos eclosionaron de una forma mucho más virulenta gracias a dos jóvenes miembros de la familia de editores del Chicago Tribune: Robert R. McCormick y Joseph Patterson. Ellos fundarían una suerte de Daily Mirror que llamaron Ilustrated Daily News, que se lanzó en Nueva York en junio de 1919 al precio de dos centavos. Tamaño éxito hizo que nacieran otras publicaciones similares. La más famosa quizá fuera el New York Daily Mirror, propiedad del magnate de la comunicación William Randolph Hearst.
Sobre estos pilares del exceso y el morbo, pues, se construyeron los altos y robustos pilares de las nuevas generaciones de lectores, pero también sobre la necesidad de ocio en una época en la que todavía no existía ni la radio ni la televisión. El número de lectores se estabilizo o decreció a raíz del nacimiento de esos nuevos medios de comunicación, y posiblemente haya vuelto a crecer gracias al nacimiento de otros como internet (Blog, Whatsapp, Twitter, etc). No hemos cambiado mucho, pues, aunque las plataformas lo hayan hecho.