Estados Unidos es un rara avis geopolítico. Es un país próspero y culturalmente fascinante, alberga algunas de las universidades más prestigiosas del mundo, y potencia microcosmos ultracientíficos (y un poco aspergers) como Silicon Valley o el MIT. Sin embargo, en Estados Unidos también hay una gran desigualdad social, y también un gran número de víctimas por armas de fuego (Suiza también tiene muchas armas de fuego y, sin embargo, es uno de los países más seguros en ese sentido).
Como narraba en el brillante monólogo de inicio el protagonista de la serie de televisión The Newsroom, Estados Unidos no es el mejor país del mundo por muchos factores. Entre otros, es el país donde un gran porcentaje de gente cree en los ángeles. Y también es un lugar donde la religión tienen tanto arraigo en lo cultural, en lo social y en lo político que, en ocasiones, recuerda a la Edad Media.
En todo el mundo se tiende a la secularización, pero en 2001 el 46 % de los estadounidenses asistía a los servicios religiosos al menos por vez por semana. Un porcentaje que incluso es superior al que encontramos dos décadas antes. Más del 75 % cree en la vida después de la muerte, un 12 % más que en 1947.
Según una encuesta del Proyecto Pew Global de Actitudes de 2002, el porcentaje de personas que admite que la religión es muy importante en sus vidas asciende al 59 %: el doble que otras naciones desarrolladas, pero a la par de países menos desarrollados como Turquía.
¿Son menos religiosos o tienen mejor religión?
Estas cifras son tan espectaculares que algunos sociólogos han estimado que en realidad no es que se haya reducido la religión en otros países europeos porque en éstos hay una mayor secularización, sino porque la religión de la vieja Europa occidental hizo demasiado daño, tal y como explica Eduardo Porter en Todo tiene un precio:
El apoyo a la religión menguó en Europa occidental porque la Iglesia católica era un monopolio subvencionado por el Estado que se volvió perezoso y permitió que los creyentes se alejaran. Sus servicios se hicieron demasiado baratos como para tener importancia. Por el contario, en Estados Unidos la religión prosperó a causa de una vibrante diversidad que floreció cuando la Independencia condujo a una estricta separación de Iglesia y Estado. Decenas de iglesias surgieron para atender a las necesidades del desencantado mercado del cristianismo oficial, ofreciendo precios altos y muchas cohesión. Casi uno de cada ocho protestantes estadounidenses reza varias veces por semana en comparación con uno de cada treinta católicos, según los estudios.
Bajo esta hipótesis, sectas como las de los mormones, los testigos de Jehová o los cienciólogos no solo crecen más deprisa porque son agresivos a la hora de reclutar nuevos miembros, sino porque son más estrictos que los católicos y las principales iglesias protestantes, a las que roban parte del mercado, tal y como han señalado los sociólogos Roger Finke y Rodney Stark.
Quienes prosperaron fueron los fundamentalistas, que predicaban la interpretación literal de la Biblia, y las iglesias pentecostales, que practicaban exorcismos y otros rituales catárticos. En suma, las que dieron un paso atrás y recuperaron la idea tradicional de la fe como un muro que encierra a una comunidad y exige un precio muy alto para pertenecer a ella.
Otras hipótesis
Otras razones que se arguyen para explicar el extraño crecimiento religioso de Estados Unidos tiene que ver con su profunda desigualdad económica: el desarrollo económico y social propicia que la gente se sienta más segura, pero en Estados Unidos hay muchos pobres, y también mucha gente insegura, a diferencia de muchos países europeos.
Siendo Estados Unidos donde se produce la mayor desigualdad de todo el mundo desarrollado, puede que mucha gente se aferre a religión como escapatoria. De hecho, los estados más religiosos del país suelen ser los más pobres, y también donde se tienen más hijos. Por el contrario, New Hampshire es el estado más ateo, con un 21,4 % de la población atea, es un estado rico donde solo hubo 40 nacimientos por cada 1.000 mujeres. En Missisipi solo el 5,8 % se declara atea, es pobre, y allí hubo 62 nacimientos por cada 1.000 mujeres.
Si el crecimiento económico se detiene, no sólo crecerá la pobreza. A medida que nos veamos obligados a competir ferozmente por la producción económica, las normas éticas de la religión será útiles para ayudar a dar cohesión a las sociedades. Es posible que Dios sea invocado para proporcionar un discurso sobrenatural, un bálsamo que reconcilie a la humanidad con un destino que ya no puede mejorar; o quizá que nos ayude en el combate a medida que el acceso a los recursos se convierta en una lucha en la que unos habrán de perder para que ganen otros.
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