Existe el mito de que si dormimos bañados por la luz de la luna entonces nos comportaremos de forma anómala. De ahí procede también la palabra "lunático". Y para comprobar hasta qué punto existía una correlación entre ambos fenómenos, en el año 2013, un neurocientífico de la Universidad de Basilea llamado Christian Cajochen, analizó los datos de diversos experimentos que se habían realizado en el laboratio del sueño de su universidad.
Lo que descubrió fue inesperado.
Cajochen descubrió que diversos voluntarios eran conectados a un aparato de EEG y se les controlaba el sueño durnte toda la noche. Fijándose en la fecha de cada sesión, pudo deducir en qué ciclo lunar estaban los sujetos. Finalmente, contrastó esta información con los patrones de sueño de los sujetos.
Los sujetos que se encontraban más o menos en el momento de la luna llena, dormían unos 20 minutos menos, les costaba cinco minutos más dormise y tenían un 30% menos de sueño profundo a lo largo de la noche. Abunda en estos resultados Richard Wiseman en su libro Escuela nocturna:
¿Cuál podía ser la explicación de un efecto tan poco habitual? Los patrones no guardaban ninguna relación con el ciclo menstrual en el caso de las mujeres, y ningún participante podía ver la luna durante la noche. Cajochen se inclinó por una hipótesis evolutiva, según la cual los patrones de sueño más ligero en el momento de la luna llena podrían haber ayudado a nuestros ancestros a resguardarse de los depredadores que podían ver mejor a la luz de la luna.
¿Una hipótesis demasiado aventurada? ¿Una correlación espúrea o escasamente significativa? Tal vez habrá que continuar investigando.
Imagen | Sean MacEntee
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