Llegan fin de año y en España es tradicional comer doce uvas, haciendo coincidir el ding dong de las campanas con la ingesta de doce unidades. Sin embargo, los niños no deberían comer uvas enteras, ni en fin de año ni ningún otro día.
Es lo que señala una investigación realizada por médicos británicos, en un artículo publicado en Archives of Disease in Childhood, dado es es la tercera causa de ahogamiento infantil provocado por alimentos (la primera es los perritos calientes, la segunda, las chucherías).
Los autores del estudio, expertos en medicina de urgencias, afirman que la mayor parte de la población no es consciente de este peligro: las uvas están entre los productos que causan más de la mitad de casos de asfixia mortal en ese rango de edades. Tal y como lo explica Jamie G. Cooper, médico de urgencias en los Servicios Nacionales de Salud (NHS) en Aberdeen:
Las uvas son frutas ovales, envueltas en una piel suave y ligeramente flexible. Con perritos calientes nos referimos a las salchichas, porque comparten algunas características con las uvas por su riesgo. En cuanto a dulces, nos remitimos a chucherías cuya dureza podría dificultar su extracción en caso de asfixia.
Hay varias razones por las cuales las uvas son tan peligrosas para los niños: las vías respiratorias de los niños son pequeñas, no tienen todos sus dientes desarrollados para masticar correctamente, su reflejo de deglución aún es inmaduro y se distraen fácilmente.
Además, la superficie suave de las uvas les permite bloquear por completo las vías y dificultan la extracción si no se tienen herramientas especiales.
No hay cifras exactas, pero es probable que la gran mayoría de episodios de asfixia se controlen con medidas de primeros auxilios, o haciendo que el paciente tosa insistentemente.
Uno de los problemas que deben atajarse es que las uvas o los tomates cherry, entre otros productos similares, no tienen advertencias como las que ya hay en juguetes sobre el riesgo potencial de ahogamiento.
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