Si tenemos en cuenta la cantidad de lesiones que produce, el deporte ya no parece tan saludable. O mejor dicho: practicar deporte en dosis inadecuadas es poco saludable (aunque probablemente sea más poco saludable no practicar ningún deporte).
Solo en Países Bajos tienen lugar 1,5 millones de lesiones deportivas al año, la mitad de las cuales precisa tratamiento médico.
El neurólogo Dick Swaab se muestra agorero y señala en su libro Somos nuestro cerebro que, de abolirse el deporte, las listas de espera en los hospitales desaparecerían:
Desde el primer maratón en Grecia, muchos corredores de larga distancia han caído muertos. Un 15% de las lesiones medulares se producen practicando algún deporte (…) Por otra parte, nadie parece preocuparse por el aumento del riesgo de padecer esclerosis lateral amiotrófica (ELA) a causa del deporte, o por el dato de que en los Países Bajos mueren unas cien personas al año mientras practican algún deporte.
Los deportes de contacto son aún más peligrosos. Y gran parte de nuestra vida longeva y saludable viene determinada por los genes y por muchos más factores, además de practicar deporte. Por ejemplo, ejercitar la mente también parece un factor importante, a juicio de Swaab:
La estimulación del cerebro también parece retardar la aparición de la enfermedad de Alzheimer y, si ésta ya se ha manifestado, puede reducir sus síntomas. Inversamente, en las enfermedades donde el tamaño del cerebro es demasiado reducido, como en la microcefalia o el síndrome de Down, se aprecia una duración de vida más corta.
El ejercicio excesivo también puede causar rabdomiolisis, una severa degradación celular del músculo. La degradación ocurre en el llamado miocito, célula del músculo, la cual por un desequilibrio bioquímico que deriva en una alta concentración de iones de calcio ocasiona la destrucción celular.
En otro estudio se sugería que las personas que no realizaban actividad física regular o se declaraban sedentarias tenían el doble de probabilidades de sufrir un ataque al corazón o un ictus cerebral. Pero el dato más llamativo se obtuvo a continuación: las personas que hacían ejercicio a diario y de forma extenuante tenían más del doble de probabilidades de morir por las mismas razones.
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