Si nos ponemos a pensarlo con detenimiento, resulta asombroso que cada día necesitemos dormir unas ocho horas, con independencia del desgaste físico e intelectual de la jornada. Llega la noche y tenemos sueño, nos desconectamos y dejamos de vivir experiencias (salvo las oníricas).
¿Por qué hace falta permanecer tanto tiempo durmiendo? La respuesta a esta pregunta no es fácil. Probablemente nuestro cerebro necesita gran parte de ese tiempo para reordenarse. Sin embargo, en la década de 1970 apareció una teoría singular a propósito de esta necesidad.
El psicólogo Ray Meddis señaló que la razón de que durmamos tantas horas, y que la mayoría de los animales necesiten también dormir tanto tiempo, es que el sueño evolucionó para que permaneciéramos inmóviles y pasar inadvertidos durante la noche, y así pudiéramos estar menos expuestos a los depredadores.
Sin embargo, las criaturas que, al llegar la noche, se lanzaba a la aventura, quizá tenían mayor probabilidad de morir y, por tanto, sus genes no se perpetuaron.
Vivir sin sueño
Obsesionado con esa idea, Meddis quiso comprobar si podríamos reducir unas cuántas horas de nuestro sueño sin tener que pagar un tributo en forma de mala salud. Para ello, buscó a personas que necesitaran dormir poco y fueran felices. Tal y como explica Richard Wiseman en su libro Escuela nocturna:
Después de años de búsqueda, uno de los amigos de Meddis le presentó a una enfermera jubilada de setenta y cinco años y mucha energía, que decía que dormía menos de una hora cada noche. Intrigados, Meddis y sus colegas decidieron verificar tan asombrosa afirmación. Para no desvelar la identidad de la mujer, en los artículos científicos el equipo solo se refería a su participante como la misteriosa “señora M”
Los resultados del estudio revelaron que, efectivamente, la señora M necesitaba dormir muy poco. Sin embargo, y he aquí lo interesante, la señora M tenía un sueño con un porcentaje similar de episodios de REM que quieren pasaban ocho horas durmiendo.
Es decir, parece que si conservamos el sueño profundo o sueño REM, el resto del sueño podría eliminarse. Pero ¿qué necesita nuestra biología para algo así? Una mutación genética, según los estudios de genetistas de la Universidad de California:
En 2009, los investigadores observaron algo muy extraño al analizar el ADN de las muestras de sangre de voluntarios que habían participado en una serie de estudios sobre el sueño. Dos de las muestras tenían copias anormales de un gen llamado DEC2, algo muy poco habitual y que se sabe que afecta al horario de sueño de las personas (…) Otros científicos criaron ratones con la misma mutación genética, y vieron que dormían menos y mostraban muy pocos signos de falta de sueño.
Todavía falta mucho por estudiar las implicaciones de la falta de sueño y cómo se vinculan con el DEC2, pero ¿os imagináis poder dormir solamente una o dos horas cada noche?
Imágenes | Pixabay
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